Este
artículo trata sobre un tributo del pasado llamado Diezmo que consistía en que los campesinos tenían que pagar por el
arriendo de sus tierras a la Iglesia, una
décima parte de los frutos recogidos de su cosecha o de la ganadería que tenían.
Los ingresos que recogían los curas, monjas… se usaban
para los gastos del personal y construcción de iglesias.
Esta
familia de A Coruña tuvo que pagar durante muchos años por trabajar esas
tierras y aunque estas cambiasen de dueño y ya no se trabajasen, las leyes le
siguen exigiendo el pago y por ello tuvieron que comprar el maíz y las habas
para pagar la deuda. Esto parece un fraude porque a las tierras ya no le sacan
provecho pero siguen siendo sus
arrendatarios.
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