La
desamortización consistió en la expropiación forzosa o subasta pública de las
tierras que no eran explotadas correctamente por la Iglesia, o los bienes
comunales de los municipios.
Los terrenos desamortizados por el gobierno fueron únicamente
eclesiásticos, principalmente aquellos que habían caído en desuso.
Los
pequeños labradores no pudieron entrar en las subastas y las tierras fueron
compradas por nobles y burgueses adinerados.
A
pesar de que expropiaron gran parte de las propiedades de la Iglesia, esta no
recibió ninguna compensación a cambio. Por esto la Iglesia tomó la decisión de
excomulgar tanto a los expropiadores como a los compradores de las tierras, lo
que hizo que muchos no se decidieran a comprar directamente las tierras y lo
hicieron a través de intermediarios o testaferros.
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